¡Toma una taza de té!



Para lo conocido o lo desconocido, para un amigo o un extraño, o incluso para el administrador que siempre ha estado allí llevando el monasterio: "Toma una taza de té." Eso es todo lo que Buda puede ofrecer a cualquiera porque no hay nada más valioso de eso.

En los monsterios Zen tienen una sala de té. Es como un templo, un lugar totalmente sagrado. No puedes entrar calzado porque es una sala de té; tampoco sin haberte bañado antes. El té significa conciencia y el ritual es como una oración. Cuando la gente entra en una sala de té permanecen en silencio; al entrar en la sala no se permite hablar: hay que estar en silencio. Se sientan en el suelo en postura meditativa y luego el anfitrión o la anfitriona preparan el té. Todo el mundo está en silencio. El té empieza a hervir y todos prestan atención: al sonido, a la tetera creando música. Todo el mundo debe escuchar. Se ha comenzado a beber aunque el té ni siquiera no esté listo.

Si preguntas a los iniciados en el Zen, te dirán que el té no es algo que sólo sirvas inconscientemente y que te lo bebas como cualquier otra bebida; es una meditación, una oración. Escuchan la tetera creando una melodía, y al escuchar se vuelven más silencosos, más alertas.

Entonces se ponen ante ellos las tazas y las tocan. Las tazas no son tazas corrientes; cada monasterio posee tazas únicas, ellos mismos las preparan. Aunque estén compradas en el mercado, primero las rompen, luego las pegan de nuevo para que la taza resulte especial, para que no se pueda encontrar una réplica en ningún otro sitio. Todo el mundo toca la taza, siente la taza.

La taza representa el cuerpo; si el té significa conciencia, entonces la taza significa cuerpo. Y si vas a estar alerta, tienes que estarlo desde las mismas raíces de tu cuerpo. Tocando, estando alerta, meditando. Entonces se sirve el té.

Osho, El arte del té.

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