Té: Se conoce en India y China varios siglos antes de Cristo, primero como medicina y luego como bebida refrescante, pero no llegó a Europa hasta comienzos del siglo XV11, llevado por mercaderes holandeses. En el siglo XVIII era bebida corriente en Inglaterra, donde Thomas Twining empezó a venderlo por peso. Twining de Londres y la costumbre de beber esta infusión a las cinco de la tarde existe hasta el día de boy en ese país. En 1773 los colonos en Norteamérica tiraron al mar cargamentos de té, como protesta contra los impuestos y la falta de garantías políticas, iniciando así la guerra de independencia de los Estados Unidos contra Inglaterra.

Desde entonces los norteamericanos beben poco té (y lo prefieren helado). Se cultiva principalmente en climas calientes y húmedos de Asia y existen innumerables variedades, cuyo valor afrodisíaco depende de la fe del consumidor. Té con especias, leche y mucho azúcar, llamado chai, es popular en India, mientras que en Rusia se bebe (en vaso, nunca en taza) con limón, azúcar y en invierno un chorro de brandy. La refinada ceremonia del té en japón, chanoyu, se considera un arte gestual y una forma de meditación de acuerdo a los principios del Zen: armonía, respeto, pureza y tranquilidad. Estos cuatro principios, en apariencia opuestos a la sensualidad, pueden llegar a ser la esencia de la misma, pero para ello se debe recorrer dos veces el camino completo de los sentidos.

Isabel Allende en Afrodita, cuentos, recetas y otros afrodisíacos, 1997.

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