Moby Dick



Primero está Aries o el carnero, representa la lujuria de la cual todos fuimos engendrados. Después sigue Taurus o el toro, que nos muestra como vamos creciendo y volviéndonos fuertes. Luego viene Géminis o los mellizos, o sea, la Virtud y el Vicio; en la juventud tratamos de alcanzar la Virtud pero llega Cáncer, o el cangrejo, y nos arrastra hacia atrás. Cuando vamos dejando detrás la Virtud nos encuentra Leo, un rugiente león, que nos marca ya la mitad de la senda. Da unas cuántas dentelladas y zarpazos, creemos que no seguiremos adelante, pero llega Virgo, la virgen, el amor de nuestra vida. Nos casamos, pensamos en ser felices juntos por siempre, pero llega Libra, la balanza que todo lo mide. Pondera nuestra felicidad y la encuentra deficitaria, y cuando nos hayamos tristes a causa de esta cuestión... ¡Señor! Escorpio, o escorpión, nos hace dar un salto repentino, pues nos pincha por detrás. Todavía nos estamos curando de la herida cuando llega el flechazo, es Sagitario, el arquero, que se está divirtiendo. Mientras estamos arrancándonos el dardo llega Capricornio, o el macho cabrío. Completamente lanzado, llega como un huracán y nos hecha de cabeza lejos de nuestro hogar. Luego Acuario, o el portador de agua, nos arroja su diluvio ahogándonos. Y damos la vuelta completa con Piscis, o los peces, que finalmente nos llevan a descansar.


Herman Melville en Moby-Dick, cap. "El doblón", 1851.

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